Escudo de la República de Colombia



Pillen parceros, parceras, respetables pirobos, etc., sin distingo, este es un regalito desde Medellín para celebrar los 30 años de La Piquiña. Amantes de la historia o de la historieta, amantes infieles, da igual. Va con todos los fierros —textos, revistas, videos, fotos, pegatinas—, para que los pillen y los compartan, para que los gocen, para que se mueran de la risa o para que se emputen, quién sabe.

La Mita es un personaje original de Mauricio García, dibujado por Edward Herrera y Alexander Cuervo, en la revista La Piquiña. El documental Una viejita inolvidable fue dirigido por Víctor Gaviria, producido por Corporación Región y Fundación Social en 1995.

Esta historia gráfica la escribió, por sapo, Óscar Calvo Isaza, historiador y profesor de la Universidad Nacional de Colombia.

Cuesta creerlo, pero hubo una época en que los sicarios y los traquetos colombianos no eran gente de la farándula, no tenían sus propios programas en History Chanel, no existía Narcoslab y por supuesto no aparecían en las historietas.

A principios de los años noventa Colombia vivía, de la mano de la apertura económica, una extraña fiebre del comic, que se había traducido en ferias y exposiciones, publicación de tiras en los periódicos y revistas especializadas. La historia registra que el mismo año que apareció La Piquiña hace 30 años, en 1992, surgió Acme Comics, revista especializada de Bogotá que con El Bus y Viñetas Negras en Cali marcan el inicio de una nueva época del arte gráfico colombiano. En 1993 comienzan a publicarse Agente Naranja y Zape Pelele en Medellín y se dicta la primera cátedra de cómic en la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá.

La Piquiña es uno de esos comics de los años noventa, pero su cuento viene de otra parte. No tiene mucha sofisticación gráfica y sus personajes viven presos en las viñetas. Fue creada por dos parceros de un barrio popular que no entraron a la universidad, ni participaban de los circuitos del arte, que tenían una historia y estaban buscando una nueva manera de contarla.

La idea inicial era dibujar un sicario temible, pero no tenían un personaje hasta que lograron concebir “una viejita sana, camelladora … aparentemente…”.

La Mita, la mamá de la mamá, la abuela que en Medellín es un ser sagrado y protector, no una joven sexi ni un joven atravesado, es el ángel exterminador que puede pasar perfectamente inadvertido. Es inmoral, se ensaña con los proletarios, los enfermos y los desesperados, roba, extorsiona y mata a su propia gente en El Playón, La Francia, Los Populares, Zamora o La Orquídea.

“Es el reino de la irreverencia total, una mirada a esta ciudad por el ojo del culo”, sentenció Ricardo Aricapa para advertir contra la tendencia de una lectura sociopatólogica de la historieta, y reclamar así un lugar para el humor y la transgreción en una ciudad acostumbrada a la censura de sus propias tragedias.

La Mita aprendió sus mañas en la calle, pero siempre recordaba que algunos de sus trucos los conoció de No nacimos pa’ semilla de Alonso Salazar, Rodrigo D. y El pelaito que no duró nada de Víctor Gaviria, relatos de las clases medias urbanas de Medellín que revelan su extrañeza por esa otredad radical del sicario en una ciudad masificada y marcada por la violencia.

Comprender a la juventud e integrar a los sectores populares que se habían alejado de los valores burgueses dominantes fue la empresa cultural y política de esa generación de intelectuales y artistas finiseculares.

La Mita es, simplemente, la personificación en tinta y papel de sus peores pesadillas.

La Piquiña 3, 1994

La Mita, soltera y sicaria, jíbara, etc. ha sido acusada por varios crímenes del habla, antioqueñismos, parcerismos e innovaciones léxicas nororientalescas.

Los y las sociolingüistas llegaron al barrio buscando “carritos”, “parceros”, “muñecos”, “cruces”, “totes”, “visajes”, “traquetos”. Encontraron las calenturas de La Mita con el lenguaje de la real academia de la jerga, un emprendimiento cultural que sirvió como base para la fundación de una respetadísima escuela de sicarios en Colombia.

La Piquiña 2, 1993

Ricardo Aricapa, enredado como estaba viendo el mundo por el ojo del culo ajeno, contó en La Piquiña cien maneras de decir la muerte, el arma homicida y el cadáver en Medellín. Otros, menos afortunados, fueron abducidos por la microsemántica del balín.

Luz Stella Castañeda y José Ignacio Henao, este par de reconocidos académicos, porque no se puede llamar de otra manera a la gente que escribe tanta caspa, hicieron un diccionario entero con esa jeringonza para que el público educado pudiera ver las películas de Víctor Gaviria sin subtítulos.

Ahora no, nadie se escandaliza, todo el mundo sabe por qué hay tanta gonorrea en Colombia… hasta el gringo de Carlos E. dice parcero y parcera, pero hubo una época no muy lejana en que parecía posible escribir La Virgen de los sicarios con la lengua de Rufino José Cuervo.

La Piquiña es la evidencia de un crimen violento consumado por la academia. muñeco: DRAE: fig. mis. acep. 4 jerg. col. cadáver de una persona. NUDICO: fig. mis. Hacer muñeco a alguien: matar a alguien. DIHAPA: fig. mis. persona muerta en forma violenta. DIAM: fig. mis. Co. Cadáver de una persona que ha sido asesinada/.

La Piquiña 4, 1995

El documental cuenta la historia de cómo nació la tira cómica y sigue la transformación de Mauricio en La Mita. Siempre hay gente, niños, jóvenes, mirando. La gente del barrio es el público de su propia historieta.

La esquina del barrio, fotograma de Una viejita inolvidable, de Víctor Gaviria (1995)

El documental respeta la composición de algunas viñetas, pero por supuesto permite un movimiento que trasciende el límite de las canaletas y presenta planos desconocidos en el comic original. El video destaca en escenarios de colores la vida del barrio, pasa por la tienda, la terraza, la esquina, la revueltería. Un trávelin de Mauricio en bicicleta permite ver la ciudad en movimiento: los vecinos caminan por las calles empinadas, los buses suben trepidantes, las peladas hablan en los balcones, los niños saltan en los carritos de rodillos, los jóvenes parchan en las esquinas.

En el archivo de Región hay dos versiones del documental de Víctor Gaviria, un master de autor y otro de la emisión en Teleantioquia el 1 de abril de 1995.

La diferencia es que en la primera hay una escena de más porque la otra fue censurada por Teleantioquia y en su lugar tiene una introducción en un set de televisión en que el director se dirige al público: “Yo quisiera que vieran este documental sin prejuicios, que lo vieran como el fruto, como el trabajo de un artista.” La historieta es violenta, agrega, “en apariencia…”

La censura, recuerda Víctor Gaviria, es una amargura en la mirada que siempre acompañó la existencia ultraviolenta de La Mita.

Adolfo Gallego maquilla a Mauricio, fotograma de un rushe inédito de Una viejita inolvidable grabado en diciembre de 1994

Se filmaron tres escenas en que los personajes cobran vida con el maquillaje de Adolfo Gallego: La Ofendida, la Traba y La Salida. En la escena censurada Muris llega a pedir a La Mita que lo mate porque lo amenazaron las milicias, lo buscan los feos y tiene a la novia embarazada. Ella se niega, intenta consolarlo, pero al final le presta el arma y ¡pum! el chino se vuela los sesos.

Dele click

La Piquiña 3, 1994

 

Rushes Una viejita inolvidable

  • ¿Te han criticado porque es muy violenta…?

    Rushes - Fragmento Entrevista. 1995

  • ¿Cómo se creó el personaje…?

    Rushes - Fragmento Entrevista
    1995

  • ¿Qué pensas vos de los pillos?

    Rushes - Fragmento Entrevista
    1995

  • Eso no estaba en el libreto

    Rushes - Escena inedita
    1995

  • La Mita me hizo fuck

    Rushes - Escena inedita
    1995

  • Se calentó este parche

    Rushes - Escena inedita
    1995

  • Traveling por Zamora

    Rushes - Escena inedita
    1995