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Por: Killy Gutiérrez Guzmán

Publicado en Noticias Sede Medellin, 3 de noviembre del 2020

La de ambos es una historia de amor y desamor, con testigos y engaños. Él fue acusado por estupro y huyó. Lo que vivieron quedó consignado en el expediente número 1512 de la Sección de Detectivismo de la capital de Antioquia, documento del Archivo Histórico Judicial de Medellín custodiado por el Laboratorio de Fuentes Históricas de la UNAL Medellín.

¿Quién se robó la sal? 

En septiembre de 1939 lo conoció y el mismo mes de 1940 lo denunció. Al llegar al despacho de la Sección de Detectivismo de Medellín Constanza, de 21 años, contó su historia de amor y desamor con Arturo.

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“Vengo a esta oficina con el objeto de elevar un denuncio en materia criminal y bajo gravedad de juramento que tengo prestado, prometo no proceder con malicia, por venganza ni dañada intención y serán ciertos los hechos que voy a relatar”, dijo decidida.

Constanza y Arturo entablaron una relación tras coincidir en el Teatro María Victoria de Medellín. Desde entonces Arturo la pretendió y ella le correspondió; el vínculo se fortaleció entre visitas e idas a cine. Fue en agosto de 1940 cuando se terminó definitivamente el noviazgo. Hubo antes interrupciones “por pleitos muy comunes entre novios”, mencionó ella.


Pero fue meses antes, en marzo específicamente, cuando sucedió el hecho que motivó la denuncia. Constanza dijo que fue en ese entonces cuando él “tuvo alguna confianza conmigo y hubo tentativas de violencia. Desde esa época él me manifestaba que me le entregara carnalmente, y que luego, en noviembre, nos casaríamos”.

Arturo le puso hasta fecha al matrimonio: sería el 28 de noviembre. Sin embargo, no cumplió porque de él no se volvió a saber nada. El delito por el cual fue sindicado era el de estupro, que consistía en valerse de falsas promesas de matrimonio para tener relaciones sexuales.

Un paseo a Boquerón fue el artificio de Arturo, quien en agosto de 1940 rentó en el Parque de Berrío un carro de marca Lincoln que él mismo condujo. Durante el viaje con Constanza, hizo una parada en una cantina ubicada en la carretera cerca del edificio donde funcionaba la colonia de vacaciones de Departamento, y allí se tomaron una copa de whisky.

De regreso “en un sitio entre la cantina y Rancho Grande, en la misma carretera, nos bajamos y allí fue donde él hizo uso de mi cuerpo carnalmente, perdiendo mi virginidad”, detalló Constanza. Esa fue la única vez que tuvieron relaciones sexuales.

La promesa de matrimonio persistió antes y después de la relación, incluso Arturo lo afirmó en presencia de otras personas, sus amigos Antonio y Esteban, y Alberto, conocido de Constanza, quien ante lo anunciado respondió: “ver para creer”.

Hombría cuestionada

Al comparecer en la Sección de Detectivismo, Esteban declaró que, en una ocasión, estando en el Salón Astor con José Domingo y Alberto, entró Constanza. Como llegó sola la invitó a sentarse a la mesa número 13 en la que departían. Ella aceptó y, después de conversar algunos momentos, dijo que se sentía más bien desengañada de su novio “porque estaba pensando que era ‘dañado’ y que de ello tenía pruebas”.

“Yo les voy a demostrar que no soy ‘marico’”, le dijo alguna vez Arturo a Alberto.
De los sentimientos que tuviere el sindicado también habló Antonio, quien develó en la Sección de Detectivismo que, a su criterio, Arturo no quería a Constanza. La razón para creer esto fue algo que le oyó decir: que si lo obligaban a casarse no viviría con ella porque no quería que la madre de sus hijos fuera una mujer que pregonara su deshonra.

Era justo lo que se ponía en tela de juicio sobre ambos, pues de Constanza se decía, en palabras de Antonio, que era una mujer sumamente amplia, amiga de los hombres y a cualquier parte que la invitasen salía sola, algo mal visto en una señorita.

ELa inconformidad de Arturo quedó de manifiesto en una carta dirigida precisamente a su entonces novia, a quien, en un apartado, le recordó un viejo refrán: “cual te miro te juzgo y tal te creo, hablas de mi natural cinismo, lo llamas así, yo lo llamo franqueza”. Eso fue en julio de 1940, dos meses antes de la denuncia.

"En junio también tuvieron comunicación. Esta vez fue Constanza la que le envío una misiva junto con un libro del que habían hablado pocos días atrás. Le escribió: “te lo obsequio como prueba de mi cariño y para retornar la milésima parte de lo que hiciste tu por mí en otros tiempos. Quiero que lo guardes como recuerdo de ellos, ya que esto será una despedida entre nosotros, pues la clase de amor que tú quieres, como me lo manifestaste hace unas horas, no te la puedo ofrecer”.

Añadió en la carta: “llámalo desamor si quieres, pero prefiero nada a un amor que no está basado en estimación y respeto hacia la persona amada. Espero haya acertado en mi elección y que algún día comprendas que tengo la razón”.

Mensaje en clave


La investigación avanzaba y aún no se sabía del paradero de Arturo. No obstante, antes de conocerse la denuncia él le pidió a Antonio que lo acompañara al consulado de Estados Unidos, donde averiguó los requisitos para salir del país para que Constanza no lo pusiera en vueltas, como lo expresó. La última vez que supieron de él fue en un baile.

Aunque dijo haberlo visto solo en una ocasión, a Alberto no le cayó en gracia el novio de Constanza, menos cuando alguien lo increpó en el Salón España para preguntarle si lo habían llamado a declarar. Hizo memoria y recordó que se trataba de Esteban. Al pedirle una explicación este le dijo, literalmente, que “Arturo se comió a Constanza, se fue de Medellín y nadie sabe dónde está”.

Eso ocurrió el 30 de septiembre y el 13 de noviembre Esteban y Antonio fueron a las once de la noche a las instalaciones del periódico El Colombiano, donde compraron, por dos pesos, un espacio para publicar un anuncio en clave que esperaban que Arturo leyera.

El mensaje era: “A.C.J. _____ .S.N.T. _____GR.V. _____ R..L.C. _____ PL.N.S_____ V..J. L.RG. _____ T.NG. _____ C..D.D. _____ F.L.C.T.C..N.S. _____ .Y.” Con ello, agregándoles las vocales le quisieron comunicar: Arturo —y seguidas las iniciales de los apellidos—: Asunto grave, realice planes, viaje largo. Tenga cuidado. Felicitaciones. Antonio y Esteban

Ya en octubre 14 el detective Marco Plata dejó registrado en el informe número 82 del Departamento de Investigación e Identificación de la Policía Nacional que, a pesar de haber hecho averiguaciones en hoteles, pensiones y casas de hospedaje de la ciudad, estas fueron infructuosas, pues no logró localizar a Arturo.

La decisión del juzgado


No solo era una incógnita el paradero de Arturo, ahora también lo era el accionar de Constanza, quien luego de expresar que se sentía desgraciada y con mala suerte, que hizo la denuncia, contó el suceso, se practicó un examen de desfloramiento y pidió en la Sección de Detectivismo de Medellín que “se averiguen los hechos, y si es el caso se le aplique a mi seductor el castigo a que se haya hecho merecedor”, tomó una decisión determinante que ahora, también, era un asunto sorpresivo.

El 11 de diciembre de 1940 el jefe de Detectivismo leyó una carta que ella le había enviado en la que le pedía, de la manera más respetuosa, suspender el sumario que se adelantaba sobre Arturo“por el delito cometido por él contra mi persona, cuya denominación, naturaleza y demás características obran en el expediente respectivo, y cuya iniciación fue hecha por mí”, se lee en el documento.

Constanza solicitó los archivos que conformaron las pruebas del caso, y le fueron entregados. Nueve años después el Juzgado Primero Superior comunicó que el último auto tuvo como fecha el 5 de julio de 1941, que hasta entonces no se había calificado el mérito del sumario que, además, fue encontrado en el archivo.

La pena máxima para el delito de estupro, explicó esa instancia, era de ocho años, tiempo que ya había pasado, por lo que resolvió declarar “prescrita la acción penal en estas diligencias a favor del sindicado Arturo”.