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Levantamos nuestra voz, porque hoy se pretende pacificar al país con proyectos totalitarios de guerra. Crecen los grupos que a nombre de la defensa ciudadana, bajo el amparo legal, riegan más sangre y resentimientos. ¿Cómo pacificar entonces a los pacificadores?

Mujeres colombianas en Ruta Pacífica, Urabá, noviembre 25 de 1996.

Desde la década de los noventa, mujeres de distintas partes del país emprendieron un camino de denuncia y construcción por la verdad, la justicia, la reparación, los Derechos Humanos y el cese del conflicto armado interno en Colombia. En medio de una sociedad silenciada por las violencias de la guerra, las mujeres empezaron a hablar. Sus palabras decían lo indecible, hablaban del horror, la impunidad, el desarraigo y el dolor. Hablaban de las lógicas de la guerra en una estructura patriarcal y capitalista y de cómo estas lógicas asaltaban sus vidas y sus cuerpos.

En 1996, en medio de un panorama desolador, las mujeres se juntaron, alzaron su voz y se movilizaron en ruta pacífica hacia el municipio de Mutatá, Antioquia, para denunciar las sistemáticas agresiones sexuales a mujeres y niñas indígenas perpetradas por los diferentes actores armados y para apoyar la posición de neutralidad activa que había asumido la Organización Indígena de Antioquia (OIA) frente a la confrontación armada. Más de mil mujeres provenientes de los departamentos de Bolívar, Antioquia, Risaralda, Chocó, Valle, Cauca, Cundinamarca, los Santanderes, Putumayo y otras zonas del país, salieron en caravana de buses desde Medellín hasta Mutatá para decirle NO a la guerra y exigir vías de diálogo y negociación para el trámite pacífico de los conflictos.

El 25 de noviembre de 1996, Día de la No Violencia Contra la Mujer, la región del Urabá antioqueño presenció el acto fundante de la Ruta Pacífica de las Mujeres para la resolución de los conflictos. A esta iniciativa se vincularon mujeres campesinas, urbanas, indígenas, afros, víctimas del conflicto, líderes comunitarias y diferentes organizaciones del movimiento social de mujeres del país como la Red de Mujeres Chocoanas, la Organización de Mujeres Afrocolombianas, la Asociación de Mujeres Campesinas e Indígenas de Colombia, la Casa de la Mujer, la Red Colombiana por los Derechos Sexuales y Reproductivos, la Corporación Vamos Mujer, la Corporación Mujeres Que Crean, la Corporación Penca de Sábila, la Casa de la Mujer y la Familia Stella Brand, FUNSAREP, ASMUN, OIA y la Escuela Nacional Sindical. También contaron con la inspiración y el acompañamiento de la organización internacional Mujeres de Negro, red pacifista y antimilitarista que se articuló inicialmente para denunciar las violaciones de Derechos Humanos en el contexto de la ocupación israelí de Palestina.

En este acto fundante, con un pacto de sangre al calor de una fogata en el parque principal de Mutatá, las mujeres manifestaron:

 
No permitiremos que de nuestras manos y vientres brote ni un solo alimento para la guerra y la violencia. Enseñaremos a nuestros hijos e hijas a cambiar los gritos de horror y estupefacción ante la muerte, por la esperanza solidaria. No callaremos ante el dolor o el sufrimiento producido por la guerra o por la violencia que se comete contra las mujeres de cualquier parte del planeta, así no aparezcan en las estadísticas. No olvidaremos nuestro compromiso político de proteger nuestro planeta, la madre tierra. Siempre recordaremos que se invierten en la guerra, los recursos que deberían invertirse en el desarrollo. Sin desarrollo sostenible y sustentable, no habrá paz. Levantamos nuestra voz, porque hoy se pretende pacificar al país con proyectos totalitarios de guerra. Crecen los grupos que a nombre de la defensa ciudadana, bajo el amparo legal, riegan más sangre y resentimientos. ¿Cómo pacificar entonces a los pacificadores?(1)

En este manifiesto las mujeres declararon cambiar las armas por este fuego que las abrazaba en colectivo; desactivar los artefactos de la guerra, físicos y simbólicos; rechazar las acciones de violencia que paramilitares, guerrilleros, militares y narcotraficantes habían impuesto en el negocio de la guerra y afectaban en forma específica a las mujeres; adoptar una posición antimilitarista, porque “ningún ejército defiende la paz”; hacer un hermanamiento con organizaciones pacifistas nacionales e internacionales; ser veedoras de los procesos de diálogos de paz e incentivar los diálogos políticos regionales y el cese de hostilidades; mantener viva la esperanza, la alegría y la confianza en la posibilidad de una convivencia pacífica y tolerante con las diferencias y hacer un pacto de esterilidad para no darle más hijas e hijos a la guerra.

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Plantón de Mujeres de Negro en el Parque Berrío de Medellín, 2003. Fuente: Corporación Vamos Mujer, “Plantón Mujeres de Negro” (2003) en AHVM-MSM, Centro de documentación, Fotografía, caja 130, carpeta 8, negativo 8, fotograma 1



“Ni guerra que nos destruya ni paz que nos oprima” hace referencia precisamente a las políticas del terror implementadas por los pacificadores del Estado y el Paraestado colombiano. Las mujeres señalaron que la violencia como forma de tramitar los conflictos públicos y privados es un instrumento patriarcal que no desaparece cuando se silencian las armas y, por eso, reclamaban una paz que pasara por la verdad, la memoria, la justicia y la reparación, no sólo por garantizar el monopolio de la violencia.

El maltrato intrafamiliar, las amenazas, las violaciones a los derechos sexuales y reproductivos, el desplazamiento forzado aunado a la feminización del cuidado y la pobreza, la explotación sexual, la desaparición y asesinato de seres queridos, el hostigamiento a organizaciones de mujeres, los perjuicios ocasionados por la minería y el glifosato en sus territorios y sus cuerpos, eran algunos de los agravios que las mujeres denunciaban en Ruta Pacífica.

Pasaron por Urabá en 1996, por Andes en 1997 y por Bogotá este mismo año, llevando a cabo el Cabildo Nacional de Mujeres por la Paz. Se dirigieron a Cartagena en 1998, donde desarrollaron el Tribunal de la Verdad contra los delitos cometidos a las mujeres colombianas y en 1999 realizaron en Medellín la segunda sesión del Tribunal. Arribaron a Barrancabermeja en el 2000 y en 2001 en la Movilización Internacional de Mujeres Contra la Guerra; pasaron por Abejorral y por los barrios populares de Medellín en 2001; por Bogotá, en la marcha “Las mujeres pazharán movilizándose contra la guerra” y por la Comuna 13 de Medellín, en 2002; por Putumayo en el 2003; por Chocó en el 2004; por Popayán y Quibdó en el 2005; por Yolombó en el 2006 y así, año tras año, la Ruta se fue movilizando hacia los lugares donde el conflicto estaba más exacerbado.

En este caminar, en articulación con la Organización Femenina Popular (OFP) y la Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz (IMP), se fue configurando un Movimiento Nacional de Mujeres contra la Guerra y por la Paz que promovía la resistencia pacífica y denunciaba las nefastas consecuencias del conflicto en las vidas y cuerpos de las mujeres, relacionando las vulneraciones a sus Derechos Humanos, perpetradas por los diferentes actores armados, con el fortalecimiento de estructuras socioculturales patriarcales. La movilización no se acotaba a marchas y plantones, las mujeres decidieron rechazar la violencia desde su vida cotidiana, desarmando la palabra y los autoritarismos presentes en su entorno.

Las denuncias, los agravios, las formas de resistencia y la juntanza de las mujeres colombianas por la paz se testimonia en diferentes huellas materiales: fotografías, videos, audios y documentos efímeros.

No todos los documentos del movimiento social de mujeres fueron producidos para conservarse en el tiempo. Los documentos efímeros, como manifiestos, plegables, pegatinas, afiches, pasquines, invitaciones a eventos y otros papeles, fueron pensados para transitar de mano en mano, o ser pegados en los muros de las ciudades y los pueblos. Algunos se han conservado desafiando al tiempo y al destino que tenían previstos. Estos documentos en particular tienen un gran potencial para testimoniar las luchas de las mujeres, tanto a nivel gráfico como de contenido, pues se produjeron con el fin de comunicar y tener una circulación rápida y efectiva en contextos de movilización.

Los efímeros eran eso, circulación, apropiación y luego relictos, terminaban por ser basura en muchas ocasiones, entonces ¿cómo estos documentos pasaron de estar en las calles, en las paredes, en las manos de las personas, a estar en un archivo constituido y poder ser fuentes para la memoria y la historia?

En este caso particular, su conservación se debe a la iniciativa de las mujeres que hacían parte de la Corporación Vamos Mujer, de crear un Centro de Documentación que permitiera por un lado, preservar el testimonio de sus procesos como parte del movimiento social de mujeres nacional, y por otro, funcionar como espacio pedagógico, como fuente de consulta y reflexión para y por las mujeres, que eran quienes lo alimentaban constantemente con libros, fotografías, literatura gris, efímeros, vídeos, audios y todo tipo de huellas materiales de su quehacer.

En 2021, parte de este Centro de Documentación fue donado por la Corporación Vamos Mujer a la Universidad Nacional de Colombia, junto con su Archivo Administrativo Inactivo. Desde ese momento se ha realizado la gestión documental del fondo, Archivo Histórico Vamos Mujer - Movimiento Social de Mujeres, para ponerlo a disposición del público.

Es muy interesante ver cómo en este archivo, los documentos en diferentes formatos se conectan: papeles de todos los tamaños, fotografías, videos y audios atestiguan la movilización de las mujeres por la defensa de sus Derechos Humanos en el marco del conflicto armado colombiano.

A la izquierda observamos a mujeres pegando un afiche en las calles de Yolombó en 2006, en el marco de un plantón de Mujeres de Negro con la Asociación de Mujeres Organizadas de Yolombó. A la derecha podemos ver un ejemplar del mismo afiche, el cual se conserva en el Archivo Histórico Vamos Mujer - Movimiento Social de Mujeres. Fuentes: Corporación Vamos Mujer, “Plantón Mujeres de Negro AMOY, Yolombó” (2006) en AHVM-MSM, Centro de documentación, Fotografía, caja 149, carpeta 17, negativo 15, fotograma 2 y “Ruta Pacífica de las Mujeres. Las mujeres no parimos hijos e hijas para la guerra. Si te silencias por miedo, ¡pasas al olvido! Denuncia, denunciemos las violencias contra las mujeres” (2006) en AHVM-MSM, Centro de documentación, Planoteca, caja 118, folio 43.

En este momento histórico, en que se está desarrollando el macrocaso 11 de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) sobre “Violencia basada en género, violencia sexual, violencia reproductiva, y otros crímenes cometidos por prejuicio basados en la orientación sexual, la expresión y/o identidad de género diversa en el marco del conflicto armado colombiano", se hace crucial la preservación y divulgación de estos archivos, que testimonian la movilización de las mujeres colombianas por la paz y la defensa de los Derechos Humanos y que permiten escribir esta parte marginada de la Historia, tejer la memoria y poner en dialógo estas huellas con el presente.

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    Algunos de los resultados del taller práctico de fotobordado “Bordar la memoria”, con fotografías —reproducciones— del Archivo Histórico Vamos Mujer - Movimiento Social de Mujeres.

    1. Corporación Vamos Mujer, "Historia Ruta Pacífica de las Mujeres -Colombia-" en Archivo Histórico Vamos Mujer - Movimiento Social de Mujeres (en adelante AHVM-MSM), Centro de documentación, Planoteca, caja 116, folio 93r.



    "Ni guerra que nos destruya, ni paz que nos oprima"


    Proyecto ganador de la beca de gestión de archivos referidos a Derechos Humanos en Colombia del Programa Nacional de Estímulos 2023.


    Créditos

    Camila De los ríos Muñoz - Texto y curaduría | Manuela Vélez Ortega - Diseño web | Camila De los ríos Muñoz - Coordinación general del proyecto y ejecución de procesos técnicos especializados en fotografía | José Manuel Restrepo Jaramillo - Coordinación y ejecución de procesos técnicos especializados audiovisuales y sonoros | Violeta Realpe Cañas - Auxiliar técnica | Ruth López Oseira, Manuela Vélez Ortega y José Manuel Restrepo Jaramillo - Equipo de trabajo del Laboratorio de Fuentes Históricas | Sección de Aplicaciones - Desarrollo y soporte web


    Agradecimientos


    Clara Mazo López
    Marina Gallego Zapata
    Corporación Vamos Mujer
    Ruta Pacífica de las Mujeres
    Participantes del taller “Bordar la memoria”



    Con el apoyo de

    El contenido de este artículo no refleja necesariamente la opinión de las entidades anteriormente citadas