En la historia, Jorge Mario Betancur encuentra un goce particular y decidió imprimir sus conocimientos en dicha disciplina al quehacer periodístico.
En los años 80, Jorge Mario Betancur Gómez estudiaba de manera simultánea periodismo en la Universidad de Antioquia e historia en la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín. Tras culminar sus estudios de periodismo, decidió ejercer dicha profesión y dejó inconclusos sus estudios de historia. No obstante, su interés en dicha disciplina siempre continuó presente y, por lo tanto decidió cursar la maestría en historia de la U.N. Medellín, la cual culminó exitosamente.
Como resultado de su trabajo de investigación para la maestría, Jorge Mario Betancur realizó lo que él define como una crónica histórica sobre el barrio Guayaquil que se llamó “Moscas de todos los colores”. Ese trabajo fue becado por Colcultura y después, a finales de los 90, seleccionado como primer lugar en historia en los Premios Nacionales de Cultura, lo que sirvió para su publicación.
Posteriormente, durante unos quince años, ha venido trabajando en periodismo y simultáneamente en un trabajo sobre la locura, para éste, como él mismo narró, ha consultado el archivo de historias clínicas del Manicomio Departamental de Bello, fundamentalmente las historias que tienen que ver con los enfermos que estuvieron en la sede Bermejal en Aranjuez, eso más o menos transcurre entre el 900 y el 950. Éste al igual que su trabajo sobre el barrio Guayaquil, evidencian su interés por los procesos de escritura, lectura, investigación y confrontación de fuentes.
Cabe destacar entre sus trabajos, el libro titulado “Déjame gritar”, un conjunto de crónicas históricas sobre el cual el autor expresa: “son crónicas, son históricas, son hechos reales, son nombres propios reales de seis o siete historias que tuvieron que ver con amores o unos amores un poco trágicos que tuvieron unos desenlaces muy difíciles como por asesinatos y otras cosas así, o sea desenlaces no muy felices”.
Pese a que ha dedicado una buena parte de su vida al quehacer periodístico, como él mismo dice, desde el principio se encariñó con el oficio del historiador y por eso es enfático en aseverar: “A mí me da mucho goce y mucho placer leer periódicos viejos, archivos antiguos, esculcar como en la vida de personajes y de lugares que ya no existen y que, de alguna manera, me hacen muy feliz, me ayudan a entender un poco dónde estamos parados ahora, de dónde venimos y siento como un goce poético de poder hacer esas lecturas, me parece muy poético”.