Salomón Romero MarÃn, Politólogo.
Leche de dromedaria
Por: Salomón Romero MarÃn,
Politólogo
Facultad de Ciencias Humanas y Económicas
- Traeme un poco de leche de dromedaria.
- Pero de qué putas me estás hablando, Jorge, de dónde voy a sacar yo leche de dromedaria, en esta ciudad, a estas horas, en esta coyuntura, en esta vida tan caótica y precaria, qué putas estás pensando, Jorge, ahora sà se te corrió la teja del todo, se te cruzaron los alambres, traspasaste el umbral de toda locura, ¿leche de dromedaria? qué mierda estás diciendo, Jorge, qué quieres que haga, que me vaya hasta la plaza principal y espere a que pase el primer comerciante con dromedarios y le pida un poco de leche de su dromedaria recién parida, de leche, no de calostro y él me la dará asà como asÃ, tan providencial como cuando Jesucristo para su entrada triunfal le dijo a sus discÃpulos que pidieran para él un burrito en el que se montarÃa y luego serÃa azotado por palmas en la cara, qué carajos te fumaste, Jorge, para pedirme leche de dromedaria y a todas estas, por qué tiene que ser de dromedaria, por qué no de vaca, de cabra, de burra, hasta humana, te aseguro que es más fácil si me pides leche de hembra humana que de dromedaria porque hasta donde sé, en este intertrópico no se ven las dromedarias, hace mucho que prohibieron los animales en los circos y en las calles y nunca hubo dromedarios ni camellos bactrianos libres porque esto fue pura selva y ahora es pura ciudad de mugre, Jorge, y de esa familia están los guanacos y las vicuñas pero me imagino que no te sirven porque tampoco son dromedarias y no dan la leche de las dromedarias que es la que necesitas justo ahora, ¿te darÃas cuenta, Jorge, si lo que te traigo no es leche de dromedaria? ¿alguna vez la has tomado? ¿no la necesitas para tomar? ¿entonces para qué? ¿estás reviviendo los espÃritus de la alquimia y retomando experimentos pre-newtonianos?¿tratas de hacer un homúnculo? ¿para qué otra cosa quisieras leche de dromedaria? ¿vas a vaciarte de todos tus ahorros para hacer que viaje hasta el Néguev y tome una dromedaria cimarrona y le saque todita la leche y luego vuelva hasta estas montañas norandinas cargado con una cantina medio envejecida de leche de dromedaria? ¿acaso tienes ahorros, Jorge? ¿Tienes ahorros y no nos lo habÃas dicho? Si llevamos casi dos semanas comiendo arepa seca con harinas de galletas de soda y aguando una aguapanela que parece eterna para no morirnos de hambre y ahora sales con que tenÃas ahorros suficientes para que yo volara hasta el Néguev y para que yo sobreviviera y me alimentara mientras ordeño una dromedaria cimarrona. Qué te pasa, Jorge, ¿acaso el hambre te ha llevado hasta estos lÃmites del desvarÃo y nuevamente te vas a preguntar por cosas imposibles para que tengamos algo en lo que pensar y asà amagar nuestras tripas sonoras y poder hablar porque el silencio te causa más locura que el hambre? ¿esa sonrisa irónica que se te está dibujando justo ahora, Jorge, es prueba una vez más de que pude descifrar tus intenciones? No es tan difÃcil, Jorge, pero lo que se pone cada vez más difÃcil es ese eterno crear estrategias para amagar el hambre y la incertidumbre y no creo que la leche de dromedaria lo solucione definitivamente..
Sobre el autor
Salomón Romero MarÃn, Politólogo.
Facultad de Ciencias Humanas y Económicas